Perspectivas interculturales en educación. Debates contemporáneos

En los últimos meses se propuso para la discusión un borrador de proyecto de Ley denominado Plan Maestro en el que el macrismo presenta su programa para educación. Allí, entre muchas otras cuestiones, se enuncia una particular perspectiva sobre la educación, los pueblos indígenas y la interculturalidad que requiere de una mirada atenta. En ese documento, dentro de las metas para la escolaridad obligatoria se estipula que es preciso asegurar la cobertura de la escolaridad obligatoria de niños y jóvenes con discapacidad y pertenecientes a pueblos originarios[1]. En ambos casos se realiza un análisis en el que se consignan datos referidos a acceso y permanencia a la educación formal y se invisibilizan sus particularidades, siendo descriptos exclusivamente como minorías “atípicas”.

En el caso de los pueblos indígenas, en dos breves párrafos, se reconocen avances en los últimos tiempos y se consigna una deuda histórica en materia de calidad y oferta disponible. El tema, como veremos, no es sólo qué se dice sino todo lo que no se dice.

Sin embargo, hay un contexto mayor en el cual es ineludible leer el Plan Maestro como cualquier otro documento emitido por el Ministerio de Educación y Deportes de la Nación. La alusión a la política educativa actual como una nueva Campaña del Desierto la represión a comunidades mapuche; el ingreso violento y sorpresivo de la fuerza pública en barrios qom de la ciudad de Rosario maltratando a jóvenes, mujeres y adultos; los conflictos cotidianos con las tierras en las que habitan los indígenas del interior de Salta; el envío de dotaciones de Gendarmería Nacional a Ingeniero Juárez en Formosa por disputas de tierras entre criollos y grupos wichí, los cambios en la normativa sobre migraciones y la planificación de cárceles para migrantes no son un escenario de buen augurio para el diálogo entre culturas. Son ratificaciones de relaciones desiguales en las cuales se sigue desenvolviendo el des/encuentro y el sometimiento. Entonces, volvemos a la pregunta de cuál es la concepción de educación intercultural que se sostiene actualmente. No es posible pensar esa educación –y cualquier otra- desgajada del contexto en el que está inscripta. Habrá que redoblar los esfuerzos, los debates, las reflexiones, las prácticas, para perseverar en la profundización de un trabajo pedagógico que nos enriquezca a todos, todos iguales en nuestras legítimas y necesarias diferencias.

Les propondremos a continuación tres textos. El primero elaborado por dos conversadoras, Teresa Artieda y Sofía Thisted; un segundo texto de María Elena Martínez sobre los lazos íntimos entre educación pública e interculturalidad; un tercero de Mónica Zidarich, sobre los procesos de construcción normativa en las jurisdicciones y la participación de las comunidades indígenas y de lingüistas y antropólogos, y los desafíos de pasar de la inclusión de auxiliares bilingües a formar maestros indígenas. Y un cuarto artículo de María Laura Diez aborda la relación migración latinoamericana y educación en contextos de interculturalidad, en el que discute sobre las construcciones históricas de alteridad, la incidencia del accionar estatal y las prácticas cotidianas escolares, desde una perspectiva antropológica.

[1] En la última versión del Borrador, en circulación, la expresión pueblos originarios fue modificada por comunidades indígenas.

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