Espacios de escucha para la construcción de memorias. La experiencia del Museo de la Memoria de Rosario

Alejandra Cavacini* y Dario Crosa**

El Departamento de Articulación Territorial del Museo de la Memoria dependiente de la Secretaria de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario, lleva adelante una serie de programas y actividades destinados a abordar las distintas realidades territoriales que existen en nuestra ciudad. En el devenir de las políticas de articulación territorial del Museo, desde su nacimiento hasta la fecha, pueden visualizarse distintas experiencias, que se fueron transformando a la luz de la evaluación resultante de los intercambios con los sujetos participantes.

El Departamento de Educación del Museo ha dirigido principalmente sus acciones y propuestas a estudiantes y docentes pertenecientes a instituciones educativas, mediante diferentes actividades. Sin embargo, a partir de 2012, se comenzaron a proponer programas que convocan a jóvenes por fuera de los cursos escolares, para abordar de un modo “no tradicional” y desde un enfoque novedoso temáticas que los atraviesan, partiendo de una perspectiva histórica y haciendo énfasis en la articulación con organizaciones territoriales. Esto se traduce en la creación de un nuevo departamento, cuyo modo de abordaje de las temáticas del museo es realizado desde dinámicas de educación popular, lenguajes artísticos y dispositivos lúdicos en un trabajo colaborativo con las organizaciones.

Desde esta perspectiva, a través de su Departamento de Articulación Territorial, nos proponemos desarrollar un programa que vincule historia, memorias y derechos humanos –parte de la matriz original de la institución- con la realidad de las distintas juventudes que habitan en el presente la ciudad de Rosario[1]. Para este propósito, el programa Jóvenes y Memoria se torna una herramienta fundamental que brinda la posibilidad de abordar, desde el eje temático troncal de autoritarismo y democracia, las problemáticas del presente en perspectiva histórica. De este modo, y teniendo en cuenta las demandas derivadas de experiencias anteriores en relación a un trabajo colaborativo sobre juventudes, fue que retornamos a las organizaciones con la propuesta de este nuevo programa.

¿Qué lugar queda para los jóvenes dentro de los museos? ¿Es posible que éstos traspasen los umbrales de sus puertas? La situación nos habla de la necesidad de un quiebre sustancial para que esto suceda. Hay que poner en práctica aquella metáfora que abogaba por “tirar abajo las paredes” de los museos en una búsqueda de inundar su interior con aquello que tiene lugar por fuera de los mismos. Que la pluralidad de territorios del adentro y del afuera se mixturen y fuercen el contacto, con el posterior impacto que de ese encuentro resulte. Se trata de recuperar lo revulsivo, lo discutidor, lo indeterminado, lo impensado en la temática sobre la cual se trabaja. Actualizar incansablemente lo establecido y desestabilizarlo. No insistir en la tarea de emanar una verdad, encuadrarla y permitir que sólo los visitantes apenas la observen, sino habilitar el espacio para la pregunta que no ha sido realizada aún.

¿Cómo construir, entonces, espacios de escucha desde experiencias pedagógicas de inclusión? ¿Cómo diseñar instancias participativas que propongan la reflexión y la mirada crítica y transformadora de la realidad?

 

Programa Jóvenes y Memoria, recordamos para el futuro

Jóvenes y Memoria surgió en la ciudad de La Plata en el año 2002 y es llevado adelante por la Comisión Provincial por la Memoria[2] (Provincia de Buenos Aires). Actualmente participan más de mil proyectos de todo el país y más de 20 mil jóvenes[3]. En 2013 comenzó a desarrollarse en Rosario donde tiene una impronta particular, pues está destinado a grupos de jóvenes de organizaciones sociales, políticas y culturales que no son convocados desde escuelas sino desde el Museo de la Memoria. Tiene como objetivo promover en los jóvenes el sentido y la valoración crítica del pasado y del presente como parte del proceso de construcción de su identidad y de su afiliación a la sociedad a la que pertenecen, en el marco del proceso de profundización de la democracia.

Proponemos, a los jóvenes que se suman, realizar investigaciones en el marco de cuatro áreas de trabajo: violencias, identidades, política y economía. Se trata de desarrollar un proyecto grupal de investigación sobre un tema local vinculando las memorias del pasado reciente con los problemas actuales de las comunidades, en relación con la vulneración de los derechos humanos. Identificar y reconstruir acontecimientos significativos de las comunidades donde están insertos los jóvenes; participar de las instancias de capacitación, producción e intercambio que propone el programa tanto para coordinadores como para jóvenes; construir un relato que permita transmitir los resultados de la investigación a través de una producción concreta que sirva como vehículo de difusión.

Compartimos tres de estas producciones, realizadas por los jóvenes en el marco del Programa. Las dos primeras son audiovisuales.

“Mucho palo pa’ que aprenda” (2013), donde se visibilizan prácticas violentas del accionar policial en el Barrio Tablada de la ciudad de Rosario, en la época de la dictadura y en el presente:

 

“Mi gorra, tu prejuicio” (2014), donde a través de una canción se intenta visibilizar a los «pibes de gorra» mostrando así los prejuicios que existen sobre ellos para tratar de minimizarlos:

La siguiente, “Pibes indeseables”, se compone de dos piezas, un audio y un gif, que circuló por whatsapp, donde los jóvenes investigaron sobre los territorios barriales y las problemáticas que las atraviesan.

 

Memorias para pensar el futuro

 La intención de este programa es habilitar un espacio de escucha y de construcción colectiva de investigaciones que intenten rescatar las manifestaciones locales de las violaciones a los derechos humanos sin signar de antemano su contenido. Otorgarle un real protagonismo a los jóvenes participantes para que puedan incorporar su propia mirada y, a su vez, reelaborar los relatos imperantes de nuestra sociedad. Éste es el vínculo inevitable con el territorio. Es el tránsito de lo estático a lo siempre dinámico. Las escuchas en varias dimensiones.

Entendemos al trabajo con la memoria no como la defensa intachable de un pasado que parecería necesario recordar para la construcción de futuros más democráticos y sin violencias, sino poniendo énfasis en la preocupación por la transmisión entre generaciones. Desde nuestro lugar, consideramos que la activación o la puesta en práctica de la memoria no se debe llevar adelante desde la idea de una transmisión generacional que baje impoluta desde las generaciones mayores hacia las menores. Apostamos hacia el fomento de un rol activo en las nuevas generaciones para la apropiación de ese pasado tormentoso, pero significado ya en sus propias claves y saberes generacionales. Sobre esta postulación, para aclarar más sobre sus fundamentos, acudimos a las palabras de Elizabeth Jelin:

 “Recordar para no repetir. ¿Qué es lo que hay que recordar? ¿Qué aspectos de la democracia activan la memoria del pasado dictatorial y de la violencia? Hay que descomponer la relación entre memoria y democracia. Hay que apostar por una ‘construcción de memorias’, lo que supone una pluralidad de visiones y de posibilidades de apropiaciones diversas. Quienes actúan en función de un ‘deber de memoria’ normalmente tienen un relato y una interpretación del pasado y quieren transmitirla a quienes no tuvieron la experiencia o no comparten la interpretación dada. Llevada al extremo esa postura puede contradecir los objetivos pensados hacia el futuro (la construcción de una ciudadanía activa, comprometida con la esfera pública y con convicciones democráticas). La paradoja planteada es entre una transmisión univoca o una reflexividad y activismo ciudadano que no pueden ser programados. En suma, cuestionar el supuesto de la relación directa y lineal entre memorias y democracia implica reconocer la complejidad de la realidad sociopolítica, y también las incertidumbres presentes en el mundo en que vivimos.”[4]

 

Presente sangriento 

En el presente de  la ciudad de Rosario, las muertes son cotidianas entre los jóvenes de sectores populares con los que trabajamos. Son muertes de amigos, de familiares, de vecinos, de gente cercana, y se vuelven cotidianas en su tránsito de vida. Las mismas no sólo son producto de la violencia de la fuerzas de seguridad sino también son fruto de las disputas territoriales, de los conflictos interparentales y de las lógicas emanadas de la narcocriminalidad. En este contexto, en muchas ocasiones los jóvenes se encuentran inmersos en un contexto de extrema vulnerabilidad ante la posibilidad de convertirse en víctimas de esta violencia que los rodea.[5]

Todas estas historias atraviesan continuamente el desarrollo de las actividades. Su abordaje es continuo y sistemático, buscando historizarlas, contextualizarlas y visibilizarlas. La mayoría de ellas incluso no llegan a la vía judicial, porque no son denunciadas. Su cotidianidad las naturaliza y esconde su gravedad. Por ello buscamos encarar luchas colectivas que abran nuevos caminos de justicia.

En un marco donde, a nivel nacional, nos encontramos frente a un repliegue de políticas públicas de memoria, verdad y justicia, una desaceleración de los procesos judiciales por delitos de lesa humanidad y un incremento del accionar represivo de las fuerzas de seguridad frente a la conflictividad social todos los esfuerzos por abordar política, educativa y colectivamente estas situaciones se vuelven imprescindibles. Los sucesos que rodearon la reciente desaparición de Santiago Maldonado no hacen más que reafirmar la urgencia de sostener y multiplicar espacios públicos para la reflexión y la acción.

 

*Psicóloga. Coordinadora del Departamento de Articulación Territorial. Museo de la Memoria Rosario

** Estudiante de Ciencia Política UNR. Miembro del equipo del Departamento de Articulación Territorial. Museo de la Memoria Rosario

[1] Para más información de todo el proyecto: www.museodelameoria.gov.ar, en la pestaña Articulación Territorial. En la pestaña Materiales y descargas se encuentran todos las producciones realizadas.

[2] http://www.comisionporlamemoria.org

[3] En el blog de Conversaciones Necesarias publicamos ya otra experiencia en el marco de este Programa, realizadas en la ciudad de Buenos Aires, desde una institución escolar: “La pedagogía como vínculo y la posibilidad de la igualdad. La experiencia del Proyecto Puentes del Pueblo”.

[4] Jelin, Elizabeth (2015), “Memorias, ¿para qué?” en Revista Puentes, Edicion Especial 15 años, Junio de 2015.

[5] Para profundizar estadísticas, índices y causas, remitimos al Informe “Sobre criminalizados y desprotegidos. Jóvenes de sectores populares, policía y fuerzas de seguridad”, redactado por el Centro de Estudios Legales y Sociales, la Fundación Igualar, Cátedra de Criminología y Control Social de la Facultad de Derecho UNR y la Facultad Libre, del año 2017, disponible en https://www.cels.org.ar/web/wpcontent/uploads/2017/04/Sobrecriminalizados1.pdf

 

 

Memoria, educación y futuro, un lazo necesario

Desde hace tiempo se afirma que está muy mal “estudiar de memoria”, porque se asegura que al estudiar de memoria no se entiende verdaderamente y se repiten las palabras casi sin sentido, como una canción en otro idioma.

Pero la despreciada memoria permite que no olvidemos, que tengamos pasado, historia, recuerdos y más aún, nos permite enamorarnos de alguna mirada, volver a algunas ideas, impedir la pérdida del lugar donde encontrarnos.

Repetir de memoria en ocasiones es una especie de rito, de celebración que a muchos les ayuda a expresar su fe, a otros a encontrar su dogma, a algunos a volver a recorrer lo que otros hicieron para no olvidar lo hecho, lo pendiente, los aciertos y equivocaciones propias y ajenas, quiénes somos y quiénes son, quién es quién.

Recordar quién daña y quién ayuda, quién violenta y quién cuida, quién inventa y quién roba, quién mata y quién nace. Recordar cuándo, dónde, por qué, cómo fue, es parte de enseñar y aprender cualquier cosa. Siempre es así.

Hace 41 años Argentina sufría el último golpe de estado contra un gobierno elegido democráticamente, hace 34 años retornaba la democracia gracias a la lucha de gran parte del pueblo.

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Marcha Federal Educativa. Estanislao Santos Fotografía

No hay manera de compartir el mundo sin recordar, sin luchar contra el olvido.

Por más que desde la pedagogía se ha dicho más de una vez que no es bueno “estudiar de memoria” no hay manera de estudiar sin ella, no hay manera de saber sin ella, no hay manera de educar sin ella.

Desde el retorno de la democracia, aprendimos que con el ejercicio de la memoria, los pueblos no sólo comprenden los procesos históricos sino que la construcción de  memoria colectiva ayuda a construir estrategias para que lo temido y nefasto no vuelva a ocurrir.

El lugar  de la educación no se puso en duda, la escuela podía ser una de las encargadas de  llevar adelante acciones y propuestas para analizar y ayudar a conocer el pasado, sus  huellas en el presente y sobre todo colaborar en la construcción de un futuro más justo para las generaciones venideras.

Desde este último año, no podemos dejar de señalar la pérdida de derechos de vastos sectores de nuestra sociedad; derechos civiles, laborales, educativos, entre otros,  que han sido fruto de  luchas históricas y  decisiones políticas.

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8 M. Represión de la policía en el Paro Internacional de Mujeres. @DavidKurtatFotografía

En este sentido, observamos con espanto la vulneración de derechos mediante razias, persecuciones y detenciones arbitrarias. La marcha del 8M es un ejemplo cercano de avasallamiento del derecho a la protesta, a la libre asociación y circulación: cuerpos perseguidos y maltratados, derechos desconocidos y palabras reducidas.

Son una evidencia también las visitas intimidatorias a las escuelas de la Provincia de Buenos Aires, donde la Policía Bonaerense requiere información sobre la identidad de los maestros y profesores que hacen uso de su derecho de huelga; en el campo sindical, la reciente persecución del dirigente Roberto Baradel, quien fue atacado en su  círculo íntimo como otro modo para desactivar una creciente lucha organizada del sector docente. La amenaza y amedrentamiento a través de cuestiones privadas para que tengan incidencia en la retracción en el accionar público es un modo conocido por los argentinos.

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La policía realizó «listas negras» de los docentes que adhirieron al paro

Como si esto no bastara, estamos frente a un gobierno que  insiste en bajar la edad de imputabilidad de los jóvenes. A pesar del rechazo por parte de distintos grupos de expertos, se persiste en esta idea en función de dirimir las contradicciones presentes en la sociedad relacionadas con las políticas de seguridad. Apelar a la penalización de los jóvenes no solo es una medida regresiva sino que tiende a desresponsabilizar al Estado de sus obligaciones respecto de adolescentes y jóvenes, que deberían ser la prevención y las políticas activas.

La privación de la libertad de los jóvenes da respuesta a los diversos niveles de presión que ejercen determinados grupos que entienden que la  mano dura es el camino “lógico” del  discurso de campaña de la actual gestión política vinculado con el “combate” a la inseguridad.

Criminalizar, estigmatizar y judicializar son estrategias complementarias y necesarias con un doble propósito. Por un lado, se desliga al Estado de cualquier responsabilidad y por el otro, se satisface la demanda de un grupo social que ayudó a que este grupo económico/ político accediera al gobierno.

La naturalización de esta situación en un “clima” fomentado desde los medios de comunicación hegemónicos.

Memoria, educación y futuro constituyen una alianza inquebrantable y adquieren más fuerza frente a la paulatina, silenciosa  y sistemática pérdida de derechos que vienen padeciendo  amplios sectores de nuestro país.

Con el desguace de los programas ministeriales que trabajaban esta temática, las propuestas gubernamentales se fueron desvaneciendo. De igual manera, el desmantelamiento del ministerio nacional prosigue el intento de desandar el lugar significativo que las instituciones escolares estaban construyendo. Entonces, trabajar la memoria colectiva queda restringida a una opción individual, en la que cada escuela hace lo que puede y como puede.

La contundente movilización docente junto a los gremios nacionales en la Marcha Federal Educativa, con su poder enseñante, y la marcha del 24 de marzo, reponen hoy en las calles un inmenso sitio de memoria donde se develan las huellas de la historia de luchas de la docencia argentina por la educación pública y del movimiento de derechos humanos por memoria, verdad y  justicia.